El motor económico de Panamá sigue encendido, aunque con menos fuerza de la esperada. Un reciente análisis de Moody’s Analytics señala que, si bien el país mantendrá una recuperación en 2025, lo hará con un desempeño inferior al que muchos anticipaban. El cierre de Cobre Panamá, la mina de cobre más grande del país, junto con la caída del comercio global, golpea directamente dos pilares clave: las exportaciones y los ingresos del Canal.
Uno de los factores que más preocupación genera es la menor actividad del canal interoceánico, que enfrenta no solo una baja en el volumen de comercio mundial, sino también un clima de incertidumbre geopolítica. Moody’s advierte que las amenazas de Donald Trump sobre una posible confiscación del canal podrían desalentar inversiones, en un contexto donde la economía global no ofrece señales claras de estabilidad.
La estimación de crecimiento para Panamá, según esta división de Moody’s, es de 3,8 % para este año, una cifra por debajo del 4,5 % que pronosticó previamente Moody’s Ratings. Aunque Panamá seguirá estando entre los países latinoamericanos con mejor desempeño, la cifra refleja un ritmo mucho más moderado que en años anteriores.
La situación se vuelve más desafiante si se considera que no hay indicios de que la mina de cobre vuelva a operar pronto, mientras que los efectos de la desaceleración mundial podrían extenderse. Esto deja a Panamá dependiendo más que nunca de sus sectores tradicionales: banca, servicios financieros y logística.
El informe destaca que, durante las últimas tres décadas, la economía panameña ha logrado superar consistentemente al resto de América Latina, gracias a un sistema financiero robusto y una economía de servicios dinámica. No obstante, tras la pandemia y los shocks recientes, el país enfrenta un nuevo ciclo donde mantener ese liderazgo será más difícil sin nuevas fuentes de impulso.