El gobierno estadounidense decidió excluir a celulares, computadoras y otros productos tecnológicos de los fuertes aranceles recíprocos aplicados a las importaciones provenientes de China. La medida, informada por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, contempla la exención del arancel general del 10% y del gravamen del 125% impuesto a bienes chinos.
La decisión llega luego de la presión de empresas tecnológicas ante el temor de un fuerte incremento en los precios de dispositivos, muchos de los cuales se ensamblan en China. Las exenciones, que rigen de forma retroactiva desde el 5 de abril, también alcanzan a semiconductores, tarjetas de memoria y componentes clave para la industria electrónica.
Aunque el presidente Donald Trump, desde su residencia en Florida, aseguró estar “cómodo” con los altos aranceles a China, sostuvo que confía en que surgirán resultados positivos y destacó su vínculo con el presidente chino, Xi Jinping.
Posibles impactos y escenarios abiertos
Pese al alivio para celulares y computadoras, aún no está claro si estos productos podrían quedar alcanzados por un arancel adicional del 20% no incluido en los anuncios del 2 de abril. La BBC solicitó información adicional a la Casa Blanca.
Analistas habían advertido que, de aplicarse los aranceles completos, dispositivos como el iPhone podrían haber triplicado su precio en Estados Unidos. Según Dan Ives, analista de Wedbush, esta decisión elimina —al menos por ahora— una amenaza significativa sobre el sector tecnológico y sobre gigantes como Apple.
Apple, que el año pasado generó más de la mitad de sus ventas de smartphones en el mercado estadounidense, fabrica aproximadamente el 80% de sus iPhones en China y el 20% en India. Ante los riesgos crecientes de su dependencia de China, la compañía viene acelerando la diversificación de su cadena de suministro hacia países como India y Vietnam.
Giro inesperado
Trump había anunciado un aumento generalizado de aranceles que comenzaría a regir esta semana. Sin embargo, el miércoles dio marcha atrás y aplicó una prórroga de 90 días para la mayoría de los países, salvo China, cuyos aranceles subieron al 145%. Según explicó, la excepción se debe a las represalias impuestas por China, que había establecido un arancel del 84% a productos estadounidenses.
La Casa Blanca enmarcó estos cambios como parte de una estrategia de negociación para lograr mejores condiciones comerciales. Trump insiste en que los aranceles buscan corregir desequilibrios en el sistema global, fomentar la producción local y recuperar empleos industriales.